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EDICIONES

UANL - Tabasco 189 México, 2012.
Versión bilingüe (español / inglés) Trad. Anna Rosen Guercio, Diaz Grey Editores, NY, 2013.
Amargord Ediciones, Serie Candela, Madrid, 2013.
Versión bilingüe (español / inglés) Trad. Anna Rosenwong, Phoneme Media, LA, 2014.

La edición de Phoneme Media recibió en el 2015 el premio de la mejor traducción en el "Eighth annual Best Translated Book Awards"


Diorama cita al lector en una cámara oscura donde su mirada se ve refractada, lector, mirada y cámara convertidos en milagro (que significa ver más) del lenguaje. Este libro lo espera todo del lector. Lo convoca a recuperar el verbo desde la acción del poema. Nos dice que la poesía es el lugar del lector en las palabras, restada aquí por el rigor y el radicalismo de su demanda contra un mundo profuso y redundante. Tal proyecto de otro libro y otro lector hace de la poesía el instrumento para forjar una nueva sintaxis de re-habitación. "La ofrenda: lengua en tierra propia", afinca en la materialidad emotiva y lúcida, que el poema reorganiza con la claridad del recomienzo, allí donde la tersa enumeración recobra la fuerza primaria del nombre. Dolor y celebración del lenguaje, este libro refulgente despliega un horizonte de libertad por hacerse: una fe cierta en esa margen de humanidad.

Julio Ortega


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POEMAS

13 formas de habitar una esquina

Español

I

Huyen avestruces —hay mujeres cuyas palabras son fresnos. Sombras hilvanan puertos de aire. Entre la estampida reposa la mano sobre el talud de una rodilla. Habano y humo. Rojizo ciprés el sueño. El olor sigue más allá del borde. Desde el buró —poder, sonríe destruida/ tiento ocre, cuerpo estrófico en el quicio. Vestíbulo.

II

Donde los náufragos cantan apunta el ojo. Hacia el rabillo austral de la mirada —dorada agua de la memoria— el tono plomizo del frío. Uno podría ser entendimiento crepuscular, avanzada furiosa de jauría humana pero el vórtice detiene la rebelión. Gotea aún el rompevientos. Y entre el invierno de milnovecientosetentaydos y el presagio del dosmildocefindelmundo un día y el otro. Gramática de Babilonia. Descenso.

III

Caramelos y una hormiga. Breve ataque de asma. Sedosas las patas recorren un dedo meñique. Este paisaje no es política: hueco, centro de bala o poema. Dos muros hacen un baldío entre sí. Menta, el caramelo es sabor menta. Huella.

IV

A ambos lados de la vía, —párpados inestables, lozam de 2 mg— la superficie de las cosas: tubos de acero, mosaicos (opus tessellatum), textiles sintéticos de corte abstracto. Dolor en el lenguaje. Monopolio cromático. Todo cuerpo desnudo mata a la teoría. Rota el espacio. Cielo.

V

Un punto un punto en particular un punto un punto esquivando su propio punto un punto que arroja otro punto el punto que aniquila su sombra un punto el punto en punto: linde.

VI

Lluvia sobre penumbra. Pelaje y lamido. Ensoñación y notas en brote de murmullo. Herida que sostiene. En el trazo de un sonido veloz —cielo abierto sobre cuerpo, lengua —partículas de azul Berlín. Desliz en el cerco de la boca. Plexo.

VII

Al ojo el vuelo, petrel negro. Caminar sobre precipicio claramente delimitado. Colinas, nubes, bosque boreal. Mujer desvistiéndose sobre cama helada. Bajo los pliegues de su ropa una constelación de aguanieve. Arden las corvas. Barbera o Bonarda, fuerte sabor en boca. Filo.

VIII

En el cuerpo sésil de una hoja, apenas adherida, resplandece el estrato del mundo. Flujo audible. Inflexiones sostenidas por insinuación —dosel amazónico en medio del cuarto. Las hormigas deducen siempre el estado de las cosas. Intensidad de una figura dentro de otra, sonoridad del bulbo de luz, silbido en tono sordo. La cerveza cae al suelo. Tokonoma.

IX

Baúl en madera de fresno, motivos vegetales y geométricos en perfecta simetría. Pies móviles para elevarlo del suelo, cerradura con llave, asas en los costados que facilitan su transporte. Periodo: siglo XVIII. Nadie olvidará el color del brazalete. La economía a gran escala destruye voluntades. Un hombre anuncia que desaparecerá. Trino.

X

Ángulos óseos, formas y cuesta donde radica el ritual. Quién teme al aire. Fisura donde hay. Puerta pulida. Naturalezas muertas, humo de tabaco. Cruce. Un poema es una lima un día bisiesto un 31 de marzo un esquema mental un pinar. Retenes silenciosos demarcan umbral. Aire, pulmones saturados. Oxígeno para abastecer el cerco. Cercanía de pieles ante el viento. Jaula.

XI

Un punto, paraguas negro, bolígrafo de tinta azul, orden para no pensar en la muerte, una mancha seca de sangre, garabateo cadmio en algodón, arca con motivos repetidos sistemáticamente —clavel del monte o calta palustre. Toda la potencialidad del mirar: herida supurante espalda nupcial de un hombre labio bajo de grosor excitante cuerda que flota del fresno en vaivén madreperla ópalo de fuego luz diurna sobre escena movimiento y rastros. Cauterización.

XII

Júbilo y adoración en paréntesis. Sobre el cabello largo de esa mujer, vista en Baden Baden, sobresale una galaxia. No anillos de satélite. No corona de santidad. Réplica. Varios tañidos de campanas (no provincia eclesiástica) susurran una verdad a medias. Blancos y agrietados. Los labios. Se necesita una nueva contraseña para regresar a tiempo al mundo. Mientras la palabra aparece, ella dibuja sobre el agua una espiral. Resplandor.

XIII

Circulan autos en pulgada y media. Espacio hendido. Ladra un perro al fondo. Oropel. Pastelillo de arándanos y chispas de chocolate. Píldora sintética de felicidad. No era sólo balanceo de cumbia salsa samba. Gozne entre realidades, “mira tu cuerpo iridiscente, azulmoradoverde iridiscente”. Lenguaje. Territorio para la aparición de parques paisajísticos zonas urbes rehabilitadas laderas de casas con techo metálico piedras nucleicas espacios sacrificiales. Cajas y capas, espacio vital de pulgada y media. Nación.

English

13 Ways to Inhabit a Corner

Translated from Spanish by Anna Rosen Guercio

I

Ostriches in flight —there are women whose words are ash trees. Shadows stitch together harbors of air. In the midst of the stampede, a hand rests on the arc of a kneecap. Cigar and smoke. Rosy cypress sleep. The scent reaches far beyond the border. From the bureau — power, smile destroyed/ ocher temptation, strophic enjambed body. Vestibule.

II

See where the castaways sing. From the southern corner of the eye —water of memory— the leaden tone of cold. One could be dusky cognizance, furious advance party of the human hounds, but the vortex holds back rebellion. Even the sweater drips. And between the winter of onethousandninehundredseventytwo and the predictions for twothousandtwelveendofthetheworld one day and the next. Grammar of Babylonia. Descent.

III

Candy and one ant. Brief asthma attack. Legs run silky over a little finger. This landscape is not political: hollow, center of bullet or poem. Two walls make a wasteland in between. Mint, the candy is mint-flavored. Footprint.

IV

On both sides of the road —unstable eyelids, 2mg of lozam— the surface of things: steel piping, mosaics (opus tessellatum), synthetic fabric in an abstract style. Pained language. Chromatic monopoly. All nude body kills theory. Rotate space. Sky.

V

A point a particular point a point a point evading its own point a point that reveals another point the point that annihilates its shadow a point the point right on point: limit.

VI

Rain on penumbra. Fur and gaunt. Daydream and notes in outbreak of murmurs. Sustaining wound. At the stroke of a swift sound —sky open over body, tongue— particles of prussian blue. Slippage at the edge of the mouth. Plexus.

VII

Flying into the eye, black petrel. Walking along a clearly delimited cliff. Hills, clouds, boreal forest. Woman undressing on a frozen bed. Beneath the folds of her clothing a constellation of sleet. Hamstrings burn. Barbera or Bonarda, a strong taste in the mouth. Edge.

VIII

In the sessile body of a leaf, scarcely attached, the stratum of the world shines. An audible flow. Inflections sustained by insinuation —an amazonian canopy in the middle of the room. Ants always infer the state of things. The intensity of one figure inside another, the lightbulb’s whine, the tone deaf whistling. The beer falls to the floor. Tokonoma.

IX

Ash wood chest, natural and geometric motifs in perfect symmetry. Adjustable legs for lifting it off the floor, lock and key, handles on the sides for easy transport. Period: Eighteenth century. No one will forget the color of the bracelet. The large-scale economy destroys will. A man announces his disappearance. Trill.

X

Bony angles, shapes and slope from which the ritual stems. Who fears the air. Fissure where it is. Polished door. Still lifes, tobacco smoke. Crossing. A poem is a metal file a leap day a March 31st a mindset a pine forest. Air, saturated lungs. Oxygen to supply the body. Furs pulled close against the wind. Cage.

XI

A point, black umbrella, pen with blue ink, directions not to think about death, a dry blood stain, cadmium scrawl on cotton, arc with systematically repeating motifs —mountain carnation or marsh marigold. All the potential of looking: festering wound man’s nuptial back arousing thickness of lower lip rope of ash wood drifts back and forth mother of pearl fire opal daylight on the scene movement and traces.

XII

Jubilation and adoration in parentheses. Above the long hair of that woman, seen in Baden-Baden, a galaxy hangs. No satellite rings. No saintly crown. Aftershock. Pealing bells (no ecclesiastical province) whisper a half-truth. White and cracked. The lips. We need a new password to get back to the world in time. While the word appears, she draws a spiral in the water. Resplendence.

XIII

Cars circulate in an inch and a half. Split space. A dog barks in the distance. Tinsel. Blueberry muffin and chocolate chips. Synthetic happiness pill. It wasn’t just the swinging of cumbia salsa samba. Hinge between realities, "look at your iridescent body, iridescent bluegreenpurple.” Language. Territory for the emergence of parks cityscapes rehabilitated hillsides of houses with metal roofs nucleic stones sacrificial spaces. Boxes and wrapping, vital space inch and a half. Nation.

Dansk

13 MÅDER AT BEBO ET HJØRNE

Trad. Morten Søndergaard & Thomas Boberg

I

Flygtende strudse – der findes kvinder hvis ord er asketræer. Skygger væver døre af luft. Mellemdrønene hviler hånden på et knæs bøjning. Cigarer og røg. Søvnens røde cypresser. Lugten fortsætterud over kanten. Fra magtens kontor, smiler ødelagt/okkerfarvet berøring, strofisk krop i døråbningen. Entré.

II

Hvor de skibbrudne synger peger øjet. Mod blikkets sydlige hjørne — erindringens gyldne vand — kuldens blytone. Man kunne være en tusmørkeforståelse, menneskekobbels fremskredne vrede men hvirvlen stopper oprøret. Læhegnet drypper stadig. Og mellem vinteren nittenhundredogtooghalvfjerds og forudsigelsen om verdensundergang i totusindogtolv findes et par dage eller to. Babylonisk grammatik. Nedstigning.

III

Bolsjer og en myre. Kort astma-anfald. Silkebløde ben tilbagelægger en lillefinger. Dette landskab er ikke politik: hul, projektilets centrum eller digt. To mure rejser en ødemark imellem sig. Mynte, bolsjet har myntesmag. Fodspor.

IV

På begge sider af vejen — ustabile øjenlåg, 2 mg lozam — tingenes overflader: stålrør, mosaikker (opus tessellatum), syntetisk tøj i abstrakte snit. Smerte i sproget. Kromatisk monopol. Alle nøgne kroppe dræber teorien. Rummet roterer. Himmel.

V

Et punkt et særligt punkt et punkt et punkt som undviger sit eget punktdet virkelige punkt et punkt som kaster et andet punkt punktet som tilintetgør sin skygge et punkt punktet til punkt og prikkeskel

VI

Regn over halvmørke. Pels og slikkeri. Drømme og noter der slår ud i mumlen. Sår som bærer. I linjen af en hurtig lyd — åben himmel over kroppen, tunge — blå Berlin-partikler. Gliden i mundens kreds. Plexus.

VII *

Flugten mod øjet, sort stormsvale. At gå på klart afgrænsede bjergskrænter. Bakker, skyer, nordlige skove. Kvinde klæder sig af på frostseng. Under hendes tøjs folder en konstellation af slud. Knæhaserne brænder. Barbera eller Bonarda, stærk smag i munden. Knivsæg.

VIII

I et blads stilkløse krop, akkurat fæstnet, skinner verdens stratum En hørbar strøm. Bøjninger understøttet af antydninger — amazonjunglens tag midt i værelset. Myrerne udleder altid tingenes tilstand. En tings intensitet indenien andens, lyspærens lyd, fløjter en døv tone. Øllen falder på gulvet. Tokonoma.

IX

Kiste af asketræ, plante og geometriske motiver i perfekt symmetri. Bevægelige fødder for at hæve den over gulvet, lås med nøgle, håndtag på siderne for at gøre den lettere at flytte. Periode: XVIII-århundrede. Ingen glemmer armbåndets farve. De overordnede økonomiske strukturer ødelægger viljerne. Et menneske meddeler at han vil forsvinde. Trille.

X

Knoglede vinkler, former og skrænter hvor ritualet stammer fra. Hvem er bange for luften? Hvor der er en revne. Skinnende dør. Stilleben, tobaksrøg. Korsveje. Et digt er en limefrugt en skuddag en 31 marts et tankemønster en fyrreskov. Stille reserver markerer tærsklen. Luft, fyldte lunger. Ilt for at forsyne omgivelserne. Nærhed af hud mod vinden. Bur.

XI

Et punkt, sort paraply, blå kuglepen, for ikke at tænke på døden, en tør plet af blod, skribler cadmium på bomuld, arken med motiver som gentages systematisk— en nellike fra bjerget eller engkabbelejer. Hele det potentielle blik: betændt sår en mands bryllupsryg underlæbe af ophidsende tykkelse streng som svingende svæver fra asketræet perlemor ildopal dagslys over scene bevægelse og spor. Ætsning.

XII

Jubel og tilbedelse i parentes. På denne kvindes lange hår, syn (udsigt?) i Baden Baden, rager en galakse frem). Ikke satellitringe. Ikke krone af hellighed. Kopi. Flere rungende klokker (ikke kirkeprovins) hvisker en halv sandhed. Hvide og revnede. Læberne. Vi har brug for en ny adgangskode for at komme tilbage i tiden til verden. Mens ordet viser sig, tegner hun en spiral i vandet. Lysglimt.

XIII

Biler bevæger sig en halv tomme. Spaltet rum. En hund gøer i baggrunden. Glimmer . Blåbær muffin og chokolade chips. Lykkepiller. Det var ikke bare cumbia salsa sambas. Hængsel mellem realiteter, "se på din krop iriserende blågrønlilla iriserende." Sprog. Område for tilsynekomst af naturskønne parker zoner rehabiliterede storbyer skrænter af huse med metaltage nukleinsyresten offerrum. Kasser og lag, en halv tomme leverum. Nation

________________________________________________________ * petrel = stormmåge] nej, stormsvale

Sonata Mandala al Ave Penumbra

Español

Cortical. Subcortical.
Formas y representaciones.
Pulsación de fuerzas.
Vibración. (((( ))))

Olor sobre el tapete
(urdimbre y trama,
sin nudos, afgano,
antigüedad:135 años),
pista o souvenir.

Olor hiperboreal: almizcle de civet, silvestre, atomizado.

Paisaje simple de cuerpo, aura dérmica,

muerte.

Olor de té y puntas de estrella.

Se tiene como algia una astilla.
Asedio. Asedio. —Ese espacio dejarlo intacto.

Olor de tierra y raza. Sacar la tapa, ver lo suficiente.
Contracción: “cuente los segundos, respire poco a poco”.
A esta hora, en este olor, cualquier hombre se perdería.

:

Cortical. Subcortical.
Una vez tras otra cayendo.

Tentativa y miel sobre los labios.

Sobre el césped, las hojas. Encima de ella penden astros.
Esa mujer (vista en Baden-Baden) enreda cada pliegue de piel para que otros entren.

Curiosidad intensa: ¿hacia dónde se mueve la imposibilidad, el interior arenoso de un hombre, el vórtice solar, la visión, el autismo, la mano posada sobre la núbil rodilla, el cuerpo celeste no identificado, la ostra, el tiempo, el soplo que agita apenas el mar Báltico, el cuerpo herido, el progreso, las violetas, el romero? ¿A dónde se mueven las intensas partículas de azul Berlín?

Gotea aún el rompevientos. Tejido que cubre apenas el monte.
Nada queda sobre el césped. Acaso hiel sobre vértice cresta cimera.

Cardencha.

Entonces la desembocadura del río:
Camuflaje. Suspensión, sangre en suspensión.

Cortical. Subcortical.
Formas y representaciones.
Pulsación de olores.
Espectro luminoso de presente.

Sonata Mandala al Ave Penumbra
Galoxolide.

Plasma artificial. Campo de gravitación aérea.
Millones de metros cúbicos de aire por una sola partícula —Ciervo.
Sexual, Fétida. Sintética.

Pleura.
Entre la estampida reposa la mano sobre el talud de una rodilla.
Linde.
Oxígeno para abastecer el cerco. Cercanía de pieles ante el viento.
Jaula.

(((( ))))

Lo suficiente, lo implícito. Éramos tres huérfanos radiantes. Todo el cielo acampaba en nuestros ojos. Refracción de rayo de luz. Saciedad a los pies del lenguaje —Ave penumbra.

Sonata que retumba en dormitorios:
ylospájarosentraronenloslabios, mandala aural. Ave fauce. Hipodérmica. Ave espacio. Aurora boreal. Sistema. El más hermoso. Ave celofán. Erguida. Macizo de calta palustra. Ave foso. Metal vajilla. Ave ópalo. Ovillo púrpura. Red y plumaje enterrados en sangre.

Guirnaldas y fósforos. Sobre tu cuerpo mi dedo índice: el pensamiento hiende hígado cerviz pleura pulmonar; todo es transitorio me repito: imágenes: repito: imágenes. Todo es transitorio.

Abierto al cielo. Seco, suave, untoso. Púrpura; amargo a la lengua. Persistente. Olor.

Cortical. Subcortical.
Formas y representaciones.
Pulsación de rastros. Pulsación de rastros. Pulsación de rastros.
Pulsación.

English

Sonata Mandala to the Penumbra Bird
Translation by Anna Rosen Guercio

Cortical. Subcortical.
Forms and representations.
Pulsation of forces.
Vibration. (((( ))))

Scent on the woven rug
(warp and weft,
unknotted, Afghan,
antiquity: 135 years),
clue or souvenir.

Hyperboreal smell: wild mist of civet musk.

Body’s simple landscape, dermal aura,
death. Scent of tea and points of star.

A splinter controlled like algia.
Siege. Siege. —Leave that space untouched.

Scent of earth and race. Lift up the cover, see what’s enough.

Contraction: “count the seconds, breathe deep in and out.” At a time like this, with this smell, any man would lose himself.

: Cortical. Subcortical.
Falling over and over again.

Tentative and honey on the lips.

On the grass, the leaves. Up above her hang stars.
That woman (seen in Baden-Baden) entangles every fold of skin so that others might enter.

Intense curiosity: Where does impossibility go, the gritty interior of a man, the solar vortex, sight, autism, the hand perched on a nubile knee, the unidentified celestial body, the oyster, the time, the gust of wind that scarcely stirs the Baltic sea, the maimed body, progress, violets, rosemary? What are the intense particles of prussian blue moving toward?

Even the sweater drips. Fabric that only just covers the mountain.
Nothing remains on the grass. Maybe bile on crest peak vertex.

Teasel.

Then the mouth of the river:

Camouflage. Suspension, blood in suspension.
Cortical. Subcortical.
Forms and representations.

Forms and representations.

Pulsation of smells. Forms and representations.

Luminous ghost of present. Forms and representations.

Forms and representations.

Sonata Mandala al Ave Penumbra

Galaxolide.

Artificial plasma. Aerial gravitational field.
Millions of cubic meters of air for one lone particle. —Deer.
Sexual, Fetid. Synthetic.

Pleura.
n the midst of the stampede, a hand rests on the arc of a kneecap.
Limit.
Oxygen to supply the siege. Furs pulled close against the wind.
Cage.



(((( ))))

What’s enough, what’s implied. We were three radiant orphans. All of heaven set up camp in our eyes. Refraction of a ray of light. Satiety at the foot of language —Penumbra bird.

Sonata resounding through bedrooms:
andthebirdsenterinthelips, aural mandala. Bird maw. Hypodermic. Space bird. Aurora borealis. System. The most beautiful. Cellophane bird. Upright. Clump of marsh marigold. Ditch bird. Metal dishes. Opal bird. Ball of purple yarn. Net and plumage buried in blood.

Garlands and matches. My index finger on your body: the thought cleaves liver cervix pleura lung; everything is fleeting I repeat: images: I repeat: images. Everything is fleeting.

Open to the sky. Dry, soft, sticky. Purple; bitter on the tongue.

Persistent. Smell.

Cortical. Subcortical.
Shapes and representations.
Pulsation of traces. Pulsation of traces. Pulsation of traces.

Pulsation.

Ciento Doce

Español

I

Ciento doce escalones como escape,
aptitud del que conoce largos inviernos del oído/

Trastabillo de vocal; rizoma desdoblado en hoja fugitiva;
qué otro modo tendría de hablar el odio/

Cara o cruz de un alfabeto zanjado por desgarradura;
partida doble, juego en puntos suspendidos/

Reza, no el Padre nuestro o el Ave María,
nombra por su acento lo que hay;

encima del cuero la dura anatomía, sin escolta ya de pecho:
el pavor embadurna al hombro/

Reíamos en la playa La Herradura esclarecidos los miedos;

de pedazo en pedazo la geografía marcaba los toletes tallados a mano/
boca de pozo francotiro órgano;

siglo XX, tallado a mano en relieve, sin bisagras, espejo central biselado, patas macizas, algo adusto el decorado,
mármol negro de la época; dígase reliquia para entendidos/

Entonces la risa desvanecía todo oropel, falla y angustia, nombrábamos la letra N para contradecir hora y censuras;

desciende del ojo de luz –tracería radial, que los santos devoren tus años/

Gira el carrusel horadado de balas, ni la hojarasca o el rayo solar hablan de voces cautivas;

atrás de lo inmóvil los amos y un par de viejos ciegos: aire sofocante en trono/

Gira la espuma/

Cáscaras de pijuayos, arazás, restos mudos donde se ha fundado la palabra certeza/

Golpea la puerta, desciende, aprieta;

pulpa argolla nudo profético, trituración donde gravita el odio/ los pájaros entonces dormitaban/

Aguarda la boca una intensa geografía de espigas; no carcelero no verdugo no deudor no quien oprime el petálico pecho del infante/

Levanta la noche, sábado o viernes, cordaje que adecúa la potencia del golpe/

Hosanna Hosanna Hosanna/

La notación servía de medio, retícula de lo informe, partituras o esbozo donde brota caligráfica la hoja/

ramazón verdinegro donde apenas, fuga rendija orificios secretos donde la edad apremia: ojos/

Le explico, el orden alfabético terminará por desaparecer/

Largos otoños pentagonales del pecho; bisagra entre gesto y sonido, ar-ti-cu-la-ción,

sobre la montaña negra se comparte el mismo telón oscurecido por la sangre, da lo mismo si proviene de mar, río, cordillera o público festín de trozos, cadáver/

Aquí, el público tiene la libertad de salir cuando quiera; al hartazgo del espectáculo se le confiere el nacimiento de la desmemoria,

periodicidad histórica, dirá el entendido/

Desvencijado lenguaje aristocrático, dolido hasta el tuétano, balbucea transoceánico, deambula entre casas de tormenta y brama;

la letra más ebria del castellano —N nuclear metronómica ad líbitum insolada— ya dicta:

“un yunque sonoro abate la caja timpánica, ejercitado acorde de negrísimo espanto donde se guarda el siglo”.

II
Ciento doce escalones con olor a llegada, aptitud del que vive largos veranos debajo de la lengua /

Anidación de petreles para evitar la resurrección; causa primera para mirar por encima de escombros/

Recuerdos anidan (sobreviven) en lugares: realidades táctiles, llaga / verbaliza el color, el brillo de la fisura/

Supercuerdas —topoi— filamento vibracional en neuronas —sin puertas, sin foco de luz, sin eje fijo: sólo espacios mentales al fondo/

Quema tus pertenencias. Desciende al lago salival de las masas. Dientes y mejillas sucias/

Observa: escalones calles laberintos favelas zonas donde la pupila se desmaterializa/ manos en-tin-ta-das/

Depredación del boscaje auroral: “mañana habrá agua para lavar los cuerpos pero no comida, la fruta llegará tres días después”

A párpado, la noche no es más que una cerca de días pálidos; brocal hogaza plantío, el sabor del agua es algodón sobre la frente/

Cuerpo pulsar, fina flor de Jamaica o palmera de mangle: belleza de la miseria en residuo/

Ahí había profusión de voces. Reemplazables. Partículas de espectros vistiendo a la moda/

Tanto griterío tanta cabeza girando tanto dictador en acecho a ojos cerrados;

suda la multitud en el metro, sudan las manos del hombre que extiende el cheque: estrellada avispa en radiador/

Depredación. Minutos antes la tormenta.

Fiesta patronal, fuegos y cohetes: testigos, anestesiada conducta. —Lebrel, sobre el lebrel la sal/

Medida exacta de lo que se tenga a mano, gramos, en el bolsillo se guardan monedas del

Ministerio: estación de servicio cámara de seguridad banco, proteínas en alta cantidad para el hurto.

Sabía de los lugares de sol sin sol, de hombres sentados que hunden los cuerpos entre cuerpos/

Sabía de las construcciones sin techos, cerrados a los ojos, sabía. Y que todo sólo incumbe al oído/

Sabía de la voluntad de crear de nuevo Roma, del fuego vocablo golpe matadero. Sabía/

Flores blancas y rosas del África, en las aguas del lago no hay Báltico ni Pacífico. Hay serpientes/

Círculo abierto: adentro filamentos hilvanando espectros para decir un nombre, Juan o Gustavo, cardencha/

Cuerpo migrado a alteridad; boreal, la boca era aurora boreal, negriverde o rojinegro amarilloli-la: potencia del soplo dentro de, en/

Devenires para liberar a, —infección viral, hartazgo de presente, “el café no tiene ya carga, deséchalo, desecha todo”, camuflaje:

oído fino para escuchar sonidos inarticulados, viento rompeolas canciones de cuna gritería de hordas palpitaciones ultra rápidas 2507 petaflop cuchillo picando cebolla vía láctea transcurriendo/

suspensión, sangre en suspensión/

después de todo, ¿qué otro modo tendría de hablar el odio?

English

A Hundred and Twelve
Translation by Anna Rosen Guercio

I

A hundred and twelve steps as escape,
talent of one who knows long aural winters/

Vocal stammering; rhizome unfurled in fugitive leaf;
how else could hatred speak/

Face or cross of an alphabet resolved by rending;
double entry, game in ellipsis/

Pray, not the Our Father or the Ave Maria,
in your accent name all that is;

on top of the leather hide the hard anatomy, its breast
already unguarded: terror smears the shoulder/

We pray on the beach La Herradura elucidated fears;

piece by piece geography checks off hand-carved
nightsticks/
mouth of the well snipershot organ;

twentieth century, embossed by hand, no hinges,
central beveled mirror, solid legs, the decoration somewhat severe,
the epoch's black marble; tell yourself it's an heirloom for experts/

Then laughter dispelled all tinsel, failure and anguish,
we named the letter N to contradict time and censure;

descend from the eye of light —radial tracery, may the saints devour your years/

The carousel turns drilled through by bullets, not even the fallen leaves
or sun’s rays speak in captive voices;

behind the immovable the puppet masters and a pair of blind old men:
suffocating air enthroned/

The seafoam turns/

Pijuayo peels, arazá fruit,
mute remains where the word certainty took root/

Bang on the door, descend, clench;

pulp ring prophetic knot, grinding where hatred hangs/ then the birds slept/

An intense geography of spikes awaits the mouth;
no jailer no hangman no debtor no one pressing down on the infant’s
petalic chest/

Raise up the night, Saturday or Friday, rigging that adjusts the strength of the blow/

Hosanna Hosanna Hosanna/

The notation served as a medium, cross-referenced with the report,
scores or an outline where the page springs forth calligraphic/

dark green bundle of branches where scarcely,
fugue crack secret orifices where the era grows short: eyes/

I’m telling you, alphabetical order will eventually disappear/

The chest’s lingering pentagonal autumns;
hinge between gesture and sound, ar-ti-cu-la-tion,

on the black mountain they share the same curtain black with blood,
it doesn’t matter whether it comes from the sea, river, mountain range, communal feast of scraps, cadaver/

Here, the people are free to come and go as they please; the birth of forgetting bestowed on the surfeit of spectacle,

historical periodicity, the expert will say/

Dilapidated aristocratic language, aching to the core, transoceanic babbling, sauntering among houses of storm and howling;

The drunkest letter in Spanish
— nuclear N metronomic ad libitum heatstroked — the pronouncement made:

“a ringing anvil crushes the tympanic cavity,
practiced chord of blackest horror

where our century is kept.”

II
A hundred and twelve steps smelling the entrance, talent of one who lives long summers under the tongue/

Nesting of petrels to avoid the resurrection; first cause to glance over the rubble/

Keepsakes nest (survive) in places: tactile realities, sore / verbalize the color, the fracture’s shine/

Superstrings —topoi— neurons' vibrational
filament —no doors, no spotlight, no fixed
axis: just mental spaces all the way down/

Burn your belongings. Descend to the salivary
lake of the masses. Teeth and dirty cheeks/

Observe: steps labyrinthine streets favelas
neighborhoods where the pupil dematerializes/ hands sta-in-ed wi-th in-k/

Depredation of the auroral thicket: “tomorrow
there will be water for washing the bodies but no food, the fruit will come in another three days”

To the eyelid, the night is no more than a fence of pale days; curb loaf crops, the taste of water is cotton over your face/

Pulsar body, delicate hibiscus flower or mangrove palm: residual beauty of misery/

There was a profusion of voices. Replaceable.
Particles of fashionably dressed ghosts/

Such shouting such head spinning such
dictator lying in wait behind closed eyes;

the crowd sweats on the metro, the man’s hands sweat as he makes out the check: star-shaped wasp in radiator/

Depredation. Minutes before the storm.

Patron saint’s day, fires and rockets: witnesses,
anesthetized conduct. —Hound, over the hound the salt/

Exact measure of what you have at hand, grams, in your pocket coins from the Ministry: service station bank security camera, high concentration of proteins for the heist

They knew about the sunless places of sun, of wise men who bury the bodies inside other bodies/

They knew about the roofless buildings, closed to the eyes, they knew. And that everything comes down to the ear/

They knew about the will to recreate Rome,
about fire word gust slaughterhouse. They knew/

White flowers and African roses, in the waters of the lake there is no Baltic, no Pacific. There are snakes/

Open circle: inside filaments threading ghosts to say a name, Juan or Gustavo, teasel/

Body migrated to alterity; boreal, the mouth was aurora borealis, blackishgreen or reddishblack yellowlilac: potency of the gust inside of, on/

Becoming to liberate the, — viral infection, surfeit of the present, “there’s no more coffee, get rid of it, get rid of everything,” camouflage:

ear finely-tuned to catch unarticulated sounds, wind breakwater lullabies screaming hordes ultra fast heartbeats 2507 petaflop knife chopping onion milky way streaming by/

suspension, blood in suspension/

after everything that’s happened, how else could hatred speak?

RESEÑAS

Revista Transtierros
Diorama: La poesía en el campo expandido,
por Amanda de la Garza

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Para hablar de Diorama, el más reciente poemario de Rocío Cerón, quisiera comenzar con un rodeo. Uno que tiene que ver con el nombre del libro. El diorama en los museos está íntimamente asociado a la vista, a la idea de colección, así como al problema de la representación de la naturaleza y de la cultura. Describiré algunos aspectos centrales de los dioramas para luego incurrir en un salto hacia una poética que se expande fuera y dentro del marco de este dispositivo y sus adjetivos, una poesía operando en el campo expandido.

Hablar de un diorama es describir animales disecados sobre un paisaje de fondo pintado, tiempo estático, detenido en el polvo y en los siglos. Un diorama es un fragmento, es una visión que condensa, corta, segmenta, detiene; es una invención decimonónica que da cuenta de una representación de la naturaleza. Su historia como dispositivo de exhibición se remonta, en su forma moderna, a los museos de historia natural. ¿Por qué el diorama sigue conservado una gran fuerza como recurso espacial? ¿Por qué pervive en el imaginario colectivo ¾recuerdos de infancia frente a los animales del ártico, osos polares en dos patas, venados de mirada vetusta y perdida, leones en actitud de caza, cadena alimentaria en acción?

29/octubre/2013

Revista Crítica
2 de mayo, 2013
Diorama de Rocío Cerón,
por Ángel Ortuño

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La cámara estenopeica no utiliza lentes; tiene apenas una minúscula perforación. Mientras menor sea el tamaño de ésta, mayor será la nitidez de la imagen. El tiempo de exposición debe ser, por el contrario, mucho mayor que el de las cámaras fotográficas convencionales. Una diferencia de tempi conocida para los lectores de poesía: un pequeño poemario suele requerir mucho más tiempo de lectura que una voluminosa narración.

Diorama comienza con la sección titulada “Pin hole”, precisamente esta pequeña apertura por medio de la cual la luz impregnará la nítida imagen en la página, que aquí hace las veces de placa sensible. Cada una de las “13 formas de habitar una esquina” recuerda oblicuamente la forma de las composiciones barrocas denominadas enigmas, cuya solución se ofrece en la última palabra, remarcada además en itálicas; de forma tal que uno podría tener la tentación —ceder a ella, de hecho— de tomarla como si se tratara de un título descriptivo de la configuración verbal que la antecede.

El primer texto de la serie remata con la palabra Vestíbulo,es decir, el “espacio cubierto dentro de la casa que comunica la entrada con los aposentos o con un patio” (RAE), a partir de lo cual podríamos equiparar la estructura del libro subsiguiente con la de una edificación.

Huyen avestruces —hay mujeres cuyas palabras son fresnos. Sombras hilvanan puertos de aire. Entre la estampida reposa la mano sobre el talud de una rodilla. Habano y humo. Rojizo ciprés el sueño. El olor sigue más allá del borde. Desde el buró —poder, sonríe destruida/ tiento ocre, cuerpo estrófico en el quicio. Vestíbulo.

Lo peculiar aquí es que la escritura de Rocío Cerón no tiene como finalidad última las “cuatro paredes” del texto impreso, sino que, a la manera de lo ocurrido en el siglo xii con los templos góticos, los muros pierden aquí su función estructural (es decir, el peso de la construcción descansa sobre otros puntales) y se adelgazan, se transparentan en vitrales. Hacia el final del texto, encontramos esta advertencia: “cuerpo estrófico en el quicio” que, de algún modo, pareciera ponernos al tanto de cierto protocolo doméstico equiparable a descalzarse antes de ingresar a un recinto: la pesada arquitectura de composición poética se quedará afuera antes de este vestíbulo.

La siguiente sección, “Sobrevuelo”, sugiere desde su título una modificación del ángulo de entrada a Diorama. La primera serie de textos aspira a la nitidez, esa transparencia en donde los objetos verbales son ellos y no ninguna otra cosa, que es finalmente la verdadera naturaleza del enigma: la proposición del equilibrio entre una secuencia verbal y la voz final, no la equivalencia sino la superposición de planos o, como lo apunta José Kozer, “la auténtica función del diorama (…) desdoblarse para alcanzar la simultaneidad”. Los textos bajo este sobrevuelo operan de conformidad con otra premisa compositiva, enunciada desde la primera serie: el bricolaje, cuyo correlato en materia de composición poética es la operación sobre contenidos anecdóticos subjetivos cuya privacidad pareciera limitar la comprensión de sus alusiones a los pocos que los presenciaron como acontecimientos pre-verbales, pero que en realidad apunta a recalcar la naturaleza de la representación verbal, a “desfamiliarizar lo simple”, como anota uno de los primeros versos.

Aquí aparece una voz que es, al mismo tiempo, un motivo emblemático en la escala de reproducción fractal; es decir, una estructura vegetal cuya definición, descripción y resonancias pueden servirnos como llave, no para descifrar —éste verbo no tiene utilidad ninguna en Diorama— sino a manera de presentación-holograma simultánea al ensamblaje de volúmenes sonoros que subyace a este momento de la escritura poética de Rocío Cerón. Me refiero a la cardencha, conocida también como “baño de Venus”. De acuerdo con su descripción botánica, las flores de la cardencha son “de un color rosado-lila y aparecen en cabezas espinosas y cónicas. A cada púa de la cabeza le corresponde una flor”. Ya hemos visto esa primera floración desde la primera parte (“Pin hole”) como la voz que, en itálicas, remata cada uno de los enigmas o placas impresas por la luz en la cámara oscura; también en sobrevuelo, pero ahora a manera de ritornello, que no es únicamente un elemento rítmico por reiteración sino la operación en escala mayor de esta estructura: la repetición de la palabra “pleura” en el poema “Cumbres —tercer sector”. Pleura, es decir la membrana que recubre los pulmones, esas cavidades que participan en la emisión de la voz y la asimilan a la respiración; voz y respiración asociadas como las cabezas cónicas y las flores de la cardencha. Un indicio más de que Diorama no se queda en el libro sino que lo integra como parte de un conjunto que asume al poema no limitado a la configuración verbal impresa sino en acto: como eflorescencia, como voz.

Ricardo de Bury, obispo de Durham y canciller de Inglaterra hacia mediados del siglo xii, en su Philobiblion, subtitulado “Muy hermoso tratado sobre el amor a los libros”, escribió: “La verdad emitida por la voz, ¿no perece acaso al extinguirse el sonido? Y la verdad escondida en la mente, ¿no es en verdad una sabiduría esotérica, un tesoro invisible? Por el contrario, la verdad que brilla en los libros es aprehendida fácilmente por los sentidos: se manifiesta por la vista cuando se lee; por el oído cuando se oye leer y, en cierto modo, por el tacto, cuando se la corrige y se la conserva.”

Cabe deducir de lo anterior que el libro, más que la forma definitiva a la que todos estos componentes aspiran, es una plataforma compatible con la interacción de todas estas dimensiones, pareciera obvio; no obstante lo cual, no faltan aquellos que, engolosinados con los quince últimos minutos de lo que pomposamente llaman tradición, suponen poco menos que herético recuperar gozosamente todas estas posibilidades como parte sustancial de la escritura poética.

En “Ciento doce” encontramos otra diferente acepción del término diorama; la conocida como “diorama de libro” donde las figuras montadas, aparentemente en dos dimensiones sobre la página, sobresalen del fondo, se proyectan hacia afuera (para valernos de una imagen espacial). En ambas secciones del poema es marcado el espacio entre los breves agrupamientos de versos como si se sugiriese mediante esta distribución la figura de los escalones que figuran desde el primer verso; un orden de lectura ascendente, un crescendo, en términos rítmicos y auditivos, donde el canto, sus vertiginosas aliteraciones, se vuelve voz del odio:

oído fino para escuchar sonidos inarticulados, viento rompeolas canciones de cuna gritería de hordas palpitaciones ultra rápidas 2507 petaflop cuchillo picando cebolla vía láctea transcurriendo/

suspensión, sangre en suspensión/

después de todo, ¿qué otro modo tendría de hablar el odio?

“Cuerpo vibrátil”, la última sección, comienza con “Sonata mandala al ave en penumbra”, poema donde, como una especie de recapitulación, vuelven los recursos compositivos y retóricos ya referidos como ejes de las secciones anteriores: el empleo de enigmas, la presencia emblemática de la cardencha, la reiteración (pleura, cortical, subcortical), el bricolaje (la actividad de replantear los patrones de ensamblaje de todos estos elementos mediante permutaciones). Pero ahora pasa a primer plano un elemento que estuvo ahí desde un principio, aunque más bien difuso: la memoria olfativa, probablemente la más perdurable y primitiva de las formas de memoria humana. Hay una mención, curiosamente desdoblada, al galaxolide y la representación de su molécula de acuerdo con los criterios de la química orgánica; este elemento es un fijador de perfume y un estimulante de los receptores de estrógenos: “A esta hora, en este olor, cualquier hombre se perdería.”

Un mandala es un diagrama, también lo es la representación de una estructura molecular y un fijador: un enigma y su clave de acceso, un disparador del éxtasis, lo mismo que el olfato y el lenguaje: “Saciedad a los pies del lenguaje —ave penumbra.”

“Marcas en el plato”, poema final del conjunto, opera en dos direcciones aparentemente opuestas pero que terminan econtrándose. La primera de ellas está definida en el subtítulo “(Tallarín con cebollitas chinas)”, es decir, una clave de representación pictórica: la descripción de una imagen que, incluso, se hace bajo un programa enunciado por la vía de la enumeración consecutiva de sus elementos:

1. Soplo (a margen izquierdo). 2. Tempestad (sobre resto de tallarín con salsa). 3. Figura (pedazo de res dejado en orilla). 4. Superficie (mancha de labial en servilleta). 5. Contenedor (bocado aún en el plato). 6. Tapiz (nube de fritura en puño)

Pero luego viene la contraorden, la segunda dirección (o, en términos de catecismo: contra programa, suerte): “Movimiento aleatorio de la mirada”.

Y el orden se transtorna: al 1 sigue el 3 y luego, juntos, el 2, 4 y 6.

Acostumbrados al predominio de la estadística, solemos asociar “aleatorio” a complicadas operaciones matemáticas y olvidarnos de su etimología, que refiere a la suerte, ese fenómeno imposible de calcular: “La suerte es una cosa muy singular. Todo lo que sabes respecto a ella es que está destinada a cambiar. Y es descubrir cuándo va a cambiar lo que le da toda su importancia.”

Esta frase es de un tahúr, del tramposo jugador John Oakhurst, personaje de Francis Bret Harte, en sus Relatos del Oeste californiano. Y es el sentido de “aleatorio” que debe aplicarse aquí, “está destinada a cambiar”, o en versos de Rocío Cerón:

Transitorio, todo es transitorio.

Estar allí en esplendor.

“La obra nace apenas de un contacto con la materia”, dice el epígrafe de Helio Oiticica al principio de Diorama. Y ese contacto me recuerda un experimento elemental de física: cuando se echa a andar, a tiempos diferentes, un conjunto de treinta metrónomos, al cabo de unos minutos ocurre la sincronía; las ondas emitidas por cada uno de ellos —recuerdo vagamente— se interfieren y van fijando la pauta, la vibración más fuerte, que ordenará el resto. El contacto con la materia ocurre caóticamente, a destiempo, sin programa. El esplendor rebasa y vuelve inútil cualquier indagación. Está ahí.

Dice Leónidas Lamborghini que quien explica, miente. Yo miento, por supuesto, porque Diorama, su lectura y experiencia performática, va mucho más allá de lo que aquí apenas boceto. Yo miento, les repito, como hacen los tahúres, porque no tengo sino una mano escasa con algunos conceptos que distan de ser ases en la manga, y pongo cara seria y doblo las apuestas.

Rocío Cerón, Diorama, Universidad Autónoma de Nuevo León/Tabasco 189, México, 2012, 80 p.

Letras.s5
2 de mayo, 2012
Todo cuerpo desnudo mata la teoría.
por Amaranta Caballero Prado

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El artista brasileño Hélio Oiticica, afirmó que quería vivir en un “estado de invención”. A la vez, afirmaba que la invención produce un campo experimental en el que participan la vida cotidiana, el lenguaje, los objetos, los sonidos. Es decir, el campo donde se da cuenta de procesos, encuentros y experimentos.

En Diorama de Rocío Cerón, es notable el trabajo de la palabra como parte de ese estado de invención al que refirió Oiticica: en este libro la palabra a manera de luz, ilumina metáforas e imágenes desde diversos ángulos. A veces de frente, a veces entre líneas, a veces ilumina de manera tal que es posible ver la sombra de las sílabas, rítmicas, unas veces solo por delante y otras por detrás, en Diorama se consigue ver en un mismo verso dos cosas distintas. O escuchar sus siseos. Diorama en ese sentido, también es un bosque. Bosque o selva, a decir de los límites del lenguaje en cuanto a la espesura de un paisaje donde después de la palabra y la metáfora, el lector puede encontrarse con un claro. Al llegar ahí, en la lectura, es cuando comienza a suceder algo. Recuerda al respecto el poeta Eduardo Milán en sus ensayos e insistencias sobre el presente poético.

Diorama está articulado en cuatro partes: Pin Hole, Sobrevuelo, Ciento Doce y Cuerpo vibrátil. Cada una de estas secciones o finas capas, permiten en transparencia -o a ratos, en sonoridad- el trazo ajedreico del bricolage: Movimiento. Ese tipo de belleza a la que aludía Duchamp: “Si en algún momento se puede hacer referencia a ‘lo bello’, no se habla de las formas, no se habla de la estrategia, se habla del movimiento.”

Diseccionemos por ejemplo, asomándonos primero por el Pin Hole de una chapa en puerta vieja:

I. PIN HOLE (agujerito)

X

Ángulos óseos, formas y cuesta donde radica el ritual Quién teme al aire. Fisura donde hay. Puerta pulida. Naturalezas muertas, humo de tabaco. Cruce. Un poe- ma es una lima un día bisiesto en 31 de marzo un esquema mental un pinar. Retenes silenciosos demar- can umbral… Aire, pulmones saturados. Oxígeno para abastecer el cuerpo. Cercanía de pieles ante el viento. Jaula.

La palabra juega, se retrae. Alude a formas, esquemas mentales: trazos. La palabra inhala, exhala, se satura. La palabra “Aire” que oxigena, la palabra ráfaga, la palabra viento que deviene “jaula”.

En Pin Hole la serie de trece versos alude a lo vivencial, lo referencial, a la infancia, a una suerte de biografía lúdica que se esconde entre las imágenes:

“…Y entre el invierno de milnovecientosetentaydos y el presagio del dosmildocefindelmundo un día y el otro. Gramática de Babilonia. Descenso.”

Si bien apenas un guiño, este primer avizoramiento deja claro que el juego de la palabra en cuanto a ritmo y sonoridad, prepara el boceto de un dibujo a lápiz que delimita la estructura del “Diorama”.

II

La segunda parte de este libro, titulada “Sobrevuelo” retrata la posición de la poeta que observa atenta, y que no deja pasar de largo la idea de la representación de la poesía en su relación con lo social, con el entorno, con los contextos cotidianos del horror actual. Cerón dice al respecto: “ un continente a pedazos” para luego aludir al lenguaje, como esa morada que nos contiene: “y todo el castellano vuelve a ser patria, marea.”

No pasa de largo la dolorosa y tan ad hoc cita a pie de página: “Los conocedores apreciarían la delicadeza del sommelier de haberlo enfriado unos grados más, como se templa una nación antes de ser entregada al tirano.” Todo ello como la realidad hirviente que guarda la memoria y que no calla, al contrario, nombra. Cito: “Corte o jaula, un niño duda si volverá su padre.”

Si este “Diorama” tratara de un órgano, humildemente opino que sería el oído. Incluso tendría oreja. A través de caracol, martillo y tímpano, este libro pone atención. No suelta, escucha, incide. Luego ve. Luego habla. Lo cierto es que “Diorama” respira. No, ya no es un bosque, ni la selva, ni su espesura, “Diorama” cobra vida. Suena. Sisea. Se construye en la velocidad con que resbala entre imagen, palabra, lo metafórico y lo transferencial, o el total de lo que entiendo como lenguaje. Quiero decir: lenguajes. Vuelvo a citar:

Conozco el camino por la ofrenda, la ofrenda es mi lengua que estruja el castellano y no descansa ya en tierra propia. Conozco el camino, el castellano, la ofrenda: mi lengua en tierra propia. El camino en tierra propia, la ofrenda, el castellano, mi lengua ya descansa.

III

La siguiente capa, la siguiente traslúcida pared en este Diorama, se titula “Ciento doce”. Entre pájaros que dormitan, entre partituras, esbozos y caligrafías, la palabra anuncia: “Le explico, el orden alfabético terminará por desaparecer.” Esta parte del libro, fragmentada, articula. Permite una salida ante el hartazgo, ante la desmemoria.

Tratar al lenguaje como el ser que se apropia de una condición o memoria histórica es una de las ideas que este libro siseante comunica. Y luego transporta. Una idea de este “Diorama” también se acerca e hilvana a los bordados de Artur Obispo du Rosario. El artista brasileño que bordó hasta el sin cansancio cada uno de los nombres, de las fechas, de los momentos que alcanzó a reconstruir entre las paredes de su habitación en un centro psiquiátrico. Lleno de color, de movimiento, de vida estructurada entre hilos, metales, maderas y todos los elementos y materiales recuperables a través de su mirada, y a través de la metafísica de los objetos en sí. Volvemos al bricolage. Reconstruimos. Armamos. Experimentamos con todo lo que se pueda experimentar. Cerón aquí, ahora me traduce:

“Observa: escalones calles laberintos favelas / zonas donde la pupila se desmaterializa / manos en-tin-ta-das.”

IV

Cuerpo vibrátil En este momento inevitable para mi es confesar que para describir de una manera apenas aproximada esta parte de “Diorama”, debería usar mi lenguaje-pájaro. Pero, he de decir que se me ha informado que debo guardar las formas tradicionales de ciertas presentaciones de libros en algunas ciudades. Esto es: no volar. He de decirles también en este momento se debe abrir mucho los ojos. He de decir que luego de “cuerpo vibrátil”, volar, sí dan ganas. Cito:

Curiosidad intensa: ¿hacia dónde se mueve la imposibilidad, el interior arenoso de un hombre, el vórtice solar, la visión, el autismo, la mano posada sobre la núbil rodilla, el cuerpo celeste no identificado, la ostra, el tiempo, el soplo que agita apenas el mar Báltico, el cuerpo herido, el progreso, las violetas, el romero? ¿A dónde se mueven las intensas partículas de azul Berlín?

Creo a decir verdad, que este libro trata de la relación entre el arte y la realidad. La tradición de lo nuevo. Pájaros y moléculas. De algo efímero que marca. De vibración y trazo. De memoria histórica. De sonidos y lenguas. Partículas. Mandalas. Nunca jaulas. Ópalos. Plumas. Sangre. Desconcierto. Memoria. Movimiento. Trance. Estalactitas. Trance. Corvas pero colores. Nunca límites. Historia. Trance. Aire. Transitorio trance. Todo. Trance. Todo. Transferible. Referencia. El poema no es realidad es un medio. Aquí empieza algo. Los pájaros dan cuenta de ello.

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura dirigida por Luis Martinez S. e-mail: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

2/may0/ 2012

Periódico de Poesía
No. 54 / Noviembre 2012
Diorama de Rocío Cerón,
por Sergio Bárcenas Huidobro

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Léase: sonido.
Léase en voz alta: sonido.
Cierre los ojos, repítase en voz alta: sonido. Abra los ojos.
Fin.

Ninguna descripción de un diorama alcanza a definirlo exactamente: con su juego de dimensiones a escala, profundidades falsas e ilusión de movimientos es, más que un objeto en el mundo, algo que ocurre en el mundo a través de los sentidos. Es lo que lo forma, pero también lo que representa y lo que sugiere, lo que aparenta y lo que provoca.

Leer “sonido” –o cualquier otra palabra– en silencio solamente explota las posibilidades morfológicas y de significado del vocablo. El nivel fónico, sus potencialidad sonoras, rítmicas y sensitivas quedan veladas para la tradición moderna, la de las sociedades industriales, para el cual lo “literario” aparece indisociablemente ligado al papel no sólo como soporte físico, sino incluso como vía unívoca de legitimación para cierto pensamiento reduccionista, aquello que no empieza y termina en la hoja impresa o en lo escrito es algo emparentado con la literatura, pero literatura no es. No puede serlo.

Así, la fiebre multimedia y transdisciplinaria de nuestra época podría hacer pasar por vanguardismo radical el divorcio de la actividad poética y la cultura tradicionalmente libresca, pero lo que yace en dichas propuestas es más bien lo contrario: un retorno necesario a la oralidad comunal de la palabra, a la porción sonora de su naturaleza en contraparte a su mitad visual, la hermana dominante.

El cruce de disciplinas, el poema sonoro, las “otras poesías” y el diálogo entre lenguajes soplan el polvo acumulado sobre el carácter ritual, público –otrora religioso– de la poesía, que perdiera la batalla a favor de las sociedades seculares y el carácter íntimo, individual y lineal de lo impreso, que asocia los procesos intelectuales con la vista y los aleja del resto de los sentidos.

Leída en voz alta, ocupando territorios multimedia, la palabra se reintegra a las plazas públicas en medio del ruido urbano, not with a bang but with a whimper. Sale del libro, encuentra oídos, siembra nuevos públicos, dialoga en nuevas lenguas. Se desdobla. Se articula. Forma un diorama.

Diorama es, precisamente, el nombre bajo el que Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972) agrupa la etapa actual de su obra creativa. La página en línea Diorama – Poesía Transversal (www.diorama-poesiatransversal.com), acciones poéticas de sitio en locaciones como el Museo Nacional de Arte y una instalación multicanal homónima, en el Jardín Sonoro de la Fonoteca Nacional e integrada por dos piezas sonoras a cargo de los compositores mexicanos Alejandra Hernández y Luis Alberto Murillo Ruíz “Bishop”.

Son las tres últimas desdoblamientos del primero, que pierde primacía en el conjunto al ser sólo el punto de partida para un discurso transdisciplinar, multi-lenguaje y poliédrico. Éste sólo se completa atendiendo a las diferentes caras del prisma: los poemas impresos dialogan –sin llegar a dominar el diálogo– con el contenido en la red, las piezas de la instalación y el carácter escénico, in situ, de lo presentado en el MUNAL; el carácter cercano al happening de esto último parece hacer eco de una de las líneas recurrentes de las piezas multicanal: “Todo es transitorio.” Si, incluso lo escrito.

Pero de los cuatro ángulos que integran el Diorama de Cerón, probablemente sean las piezas sonoras de Hernández y Bishop las que con mayor facilidad penetran en las posibilidades sensoriales de los textos y las explotan con resultados estéticamente potentes; en ellas el espacio físico (el jardín dieciochesco de la Casa Alvarado, en Coyoacán) se integra al diálogo de forma natural, emparentando sin fisuras a un entorno vegetal, orgánico, con piezas electroacústicas donde predominan las cajas de ritmo, loops, sintetizadores, ambient, recursos acusmáticos y un inteligente sampleo multicanal de poemas en voz de su autora.

Tanto en los 22 minutos –tres piezas– compuestos por Alejandra Hernández como en los 10:40 minutos de Sonata Mandala/Fragmentos de Bishop, las palabras se expanden en dos vías complementarias: por un lado, la lectura de los textos, cargados de imágenes intensamente plásticas lanzadas en unidades breves, casi aforísticas; por el otro, las líneas de esos mismos textos entendidos como unidades sonoras con ritmo, armonía, textura acústica, estructuradas a partir de motivos musicales (“Cortical. Subcortical”, se repite a manera de mantra) y de posibilidades potentemente orales, casi cantadas: “Golpea la puerta, desciende, aprieta; (…) Aguarda la boca una intensa geografía de espigas;/ no carcelero no verdugo no deudor no quien oprime/ el petálico pecho del infante.”

De un lenguaje a otro, del golpeteo acústico al verso libre, del video poema a la edición tradicional, Diorama se integra precisamente en torno a su nombre: a una representación en tres dimensiones y varios niveles que coagula varios sentidos en el tronco de una misma experiencia: caminar con el habla, recitar con los ojos. Diorama termina por formar una sola pieza que se integra y desintegra en cada escucha, a ojos y oídos del ¿espectador? ¿lector? ¿escucha?, un conjunto efímero y sólido que se recuerda a sí mismo, una y otra vez, que todo es transitorio.

septiembre/2012

El Universal
14 de octubre de 2012
Diorama,
por Eduardo Mejía

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Réplica21.com
29 de septiembre de 2012
Diorama, acción performática de Rocío Cerón,
por José Manuel Springer

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La acción performatica Diorama, de Rocío Cerón, consiste en una intervención poética frente a la obra de Dulce Pinzón -incluida en la exhibición Colección: el crimen fundacional- en la que produce un ambiente en el que por medio de la palabra y la interpretación musical, creada en colaboración con Alejandra Hernández, propicia en el visitante otras formas de interpretar la obra. De la autora, y la colaboración sonora con Hernández y el músico Bishop, pueden apreciarse también las piezas sonoras creadas ex profeso para el Jardín Sonoro de la Fonoteca Nacional hasta el 13 de Octubre en esa sede.
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Entre las olas de piedra de la corteza de su piel, se escucha el rumor de un cometa invisible.
Es un rayo de poesía sonora que atraviesa las ventanas de las uñas para llegar a la cutícula.

Desde que la poesía surgió como una repetición, salmodia, una acción gutural y verbal contra el telón de la noche y el sonido-ambiente de la lluvia o del trueno. Desde ese entonces, la poesía se convirtió en la voz humana que se funde en el concierto de la naturaleza y de los dioramas crepusculares creados humanamente.

Rocío Cerón ha seguido esa prehistórica ruta de la poesía. Ella canta, declama, dicta, recita, vocifera. Y en el eco y la reverberación de su voz escuchamos varias veces el salmo: t-o-d-o e-s t-r-a-n-s-i-t-o-r-i-o. Nunca mejor dicho. La voz de la poesía es fugaz, apenas una pulsación dice la poeta, que late en nuestro cuerpo con una carga eléctrica de seis voltios, ligeramente audible, pero que no deja de batir su latir constante, ritmo de nuestra vida, golpeteo cadencioso que se repite millones de veces. Así es la poesía, una repetición transitoria y constante, que no deja de recitar, vociferar, cantar, declamar y decir: todo es transitorio.

La vibración de la poesía nos traslada transversalmente, a través de lugares y de manera horizontal, por paisajes que sólo escuchamos cuando cerramos los ojos y respiramos soplo a soplo, contando los segundos que nos separan de los panoramas de nuestro propio cuerpo; de los rojos valles, nubes y montañas que habitan dentro de nosotros. Sólo somos conscientes de nuestro autismo cuando dejamos que la poesía se agite con sus sonidos y símbolos por debajo de la piel, dentro de las costillas, en cada bocanada que infla los pulmones. La poesía de Rocío Cerón está inspirada en la métrica corporal; nos hace escuchar el espectáculo que llevamos dentro de nosotros, sudar el paisaje que somos y que debemos reconocer escuchando poco a poco su voz.

Fragmentos subcorticales, composición basada en el poema Sonata Mandala al Ave Penumbra, es una letanía armada mediante una cascada de sonidos y fragmentos, recreados por Bishop a partir de puestas en escena de eufonías capturadas con el cuerpo. Traducción de sonoridades, reproducción de voces incandescentes, ebullición de lentas burbujas de sílabas transcritas en notas, los ecos de Bishop son palabras que revientan al llegar a la superficie de nuestra piel. Son sus reverberaciones con las que percibimos el color de los poemas, la luz de los vocablos y la saturación de los silencios.

Escuchando las texturas que envuelven al poema Ciento doce, la trama y la urdimbre que tejen las percusiones de Alejandra Hernández, provocan que arda en el desierto de nuestra piel el deseo de mover el tobillo, alzar el talón, golpear el piso con la punta del pie, agitar los sobacos debajo del árbol, apurar el movimiento de los dedos cordial, índice y anular para que se estrellen en la rodilla y no perder el ritmo procedente del corazón de los tambores. Cuerpo vibrátil, alma con vida que se tuerce y enreda como víbora en el conducto auditivo del oído medio, llega sediento de arena, montado sobre el consonancia del fierro viejo que ruge desde los tambores de los colchones.

¿Es imposible escuchar algo más verde con las yemas de los dedos?

Sede: MUCA ROMA, Tonalá 51, Col. Roma
Fecha: 27 de septiembre del 2012.
Hora:19:30 h.
Duración: 30 minutos.
Cupo limitado: 30 personas

29/septiembre/2012

PosData PD
19 de septiembre de 2012
‘Diorama’: “poema permutable” de Rocío Cerón,
por Staff-PosData

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Enjambre poético que materializa los versos que lo componen con piezas y creaciones interdisciplinarias, es Diorama, la más reciente publicación de Rocío Cerón. Dioramaes un tejido de muchas voces que le permite descentralizarse de su propio soporte de libro, para pasar a formar parte de un proyecto orgánico, visual, corporal y sonoro, informó Cerón en entrevista telefónica para Notimex.

Escrito bajo la idea de musicalizar las letras, como si se tratará de un “poema permutable”, que va cambiando, pues los versos se estructuran de tal modo que se juega con la idea del efecto que puede visualizarse en un diorama, detalló.

La autora señaló que este efecto representa para ella diferentes escenarios, decorados y vestimentas que cada uno, como individuos van cambiando al tenor de la moda y que, sin embargo, con el tiempo lo que queda es la condición humana con sus miserias y grandezas.

Lo único que cambia es el exterior, las vestimentas, y se cae en un juego de simulaciones y reflejos, comentó.

Bajo esta perspectiva, Diorama se divide en cuatro apartados: “Pin Hole”, que evoca a las cámaras viejas, para representar una mirada hacia lo minúsculo y el detalle, siendo el poema que abre la publicación “13 formas de habitar una esquina”.

Éste versa sobre cómo habitar un espacio breve y cómo el lugar es al mismo tiempo una nación, un mundo del lenguaje y geografía, de la cual también se puede salir.

Posteriormente, dijo, el lector encontrará “Sobrevuelo”, que aborda la idea de los territorios y la migración, temas que siempre le han interesado y preocupado; luego “Ciento doce”, un poema fragmentado en dos partes que presenta el significado de escuchar y el de la música del mundo.

Refiere también a lo que en diversas ocasiones la gente no quiere decir o nombrar, lo que todos saben y deberían nombrar y enunciar y que todo mundo calla, ya sea por razones de decoro o por complicidad de todos ante los hechos.

El libro cierra con el apartado de “Cuerpo Vibrátil” que se enfoca al sentido del olfato, la idea de oler y de cómo lo que se percibe a través de este sentido se carga de múltiples lecturas; es aquí donde aborda el hecho de transitar y lo transitorio.

Añadió que en Diorama juega mucho con la música y con el lenguaje, pues contiene guiños de América Latina, versos escritos en guaraní, y en su totalidad conforma un libro muy rico, que da cuenta del ruido y de una estética contemporánea del mundo que hoy se vive.

La publicación de Cerón también inspiró a diferentes piezas interdisciplinarias, que se presentarán este jueves 20 de septiembre en el Museo Nacional de Arte (Munal), con la proyección de videoarte y obras poéticas. Participará Natalia Pérez Turner, quien contribuyó con composiciones para chelo.

Además, el sábado próximo el público podrá disfrutar de la arquitectura sonora que realizará en el jardín de la Fonoteca Nacional con la participación de los compositores Alejandra Hernández y Bishop.

Mientras que el jueves 27, como parte de la exposición “Colección: El crimen fundacional”, se hará un diálogo sonoro con la obra específica de Dulce Pinzón, que participa dentro de esta muestra junto con otros artistas, en el Museo Universitario de las Ciencias y Artes (MUCA).

Este libro presenta lo imperfecto, la respiración, la angustia el miedo y la violencia, que desemboca en una especie de taxidermia lingüística, concluyó la autora.

Parte de la obra poética de Diorama puede consultarse en grabaciones sonoras en el sitio de Internet: www.diorama-poesiatransversal.com, a fin de mostrar el trabajo de varios años de exploración sobre el diálogo entre poesía y otras disciplinas.

// Notimex

19/septiembre/2012